Mi historia:
Hace mucho, mucho tiempo que quería escribir un artículo sobre lo que supone para mi y muchas personas vivir con migraña sin tener una cura aparente.
La migraña es una enfermedad muy dura que afecta al 15% de la población mundial, causa dolores muy agudos de cabeza, en ocasiones insoportables y limita a las personas que la padecen.
Pero hoy no quiero hablar de cifras ni de estudios, sino que quiero contar mi propia historia para que todos conozcan los momentos más difíciles que he pasado con la enfermedad, anécdotas, apuntes que no quiero olvidar y que solo recuerdo cuando tengo una crisis.
Siempre que tengo alguna crisis de migraña pienso: Tengo que escribirlo, pero cuando se me pasa estoy tan feliz que se me olvida. Y así siempre.
Hoy, llevo 2 semanas enteras con migraña cada día. Sí, parece mentira pero es posible vivir 15 días enteros con migraña. Ese dolor de cabeza latente y constante que no se va con ibuprofenos, ni paracetamol. No se me va haciendo deporte, ni durmiendo, ni pensando en otra cosa, relajándome o meditando.
Muchas personas dirán incluso que es solamente estrés, o que es psicológico y casi nadie te entenderá, a menos que también la padezcan.
Me llegaron a decir que soy una debilucha por no soportar un “dolorcito de cabeza”.
Tengo muchos recuerdos de la migraña que forman mi historia. No recuerdo exactamente desde cuando la tuve. Sí que recuerdo que desde mi época de estudiante ya tenía dolores fuertes de cabeza, pero no fue hasta que mi actual novio me dijo que la padecía, que le puse nombre “MIGRAÑA”.
Obviamente después fui al médico, me hicieron estudios y efectivamente me la diagnosticaron. No sabía que existía nombre para un dolor de cabeza que no te deja vivir de forma normal.
Recuerdo que ha estado en momentos clave de mi vida y me da miedo que esté en otros momentos especiales como mi boda, graduación, nacimiento de un hijo, fechas especiales de gente querida…
¿Te imaginas? Preparativos, ilusión, y de repente amaneces con una crisis que no te deja ni ver bien… Me ha pasado cientos de veces.
Es que no puedo ni beber alcohol, porque también me detona migraña. Se que no es algo importante, pero es beber un poco de vino y venirme una crisis inmediata. Vivo en un país vinícola (España) y no puedo disfrutar de ello sin saber que después de unas horas tendré muchísimo dolor.
Típica conversación:
– ¿Qué te pasa? Pareces aburrida, enfadada o apática…
– Es que tengo migraña… (confusión, dolor, tristeza, mal de estómago)
-¡Oh! por aquí tengo un ibuprofeno…
Hay varios tipos de migraña, y mucho peores que la mía, algunas que te dejan casi ciego mientras las tienes, otras que te dan vómitos, otras tan fuertes que tienes que ir al hospital para que te inyecten algo. Hay muchas variantes.
Yo tengo migraña de tipo hormonal, (eso he descubierto con el tiempo) le influyen los cambios hormonales, el estrés extremo y la falta de sueño. Y por supuesto que tengo prescripción médica de pastillas que la calman, pero si las tomo cuando la crisis ya ha avanzado no son capaces de pararla y se alargan, a veces a varios días.
Las pastillas que tomo también son un mundo. Las 4 pastillas que vienen en la caja cuestan 12 euros, además me causan desajustes digestivos, diarrea, náuseas, confusión… A veces tengo que elegir entre tener migraña o tener mal de estómago y sentirme como un zombi. ¿Qué maravilla no?
Recuerdo que hace unos 2 años visité Tailandia, el viaje de mis sueños, y me decidí por hacerme un masaje al puro estilo tailandés, bastante fuerte, y doloroso que estresó a mi cuerpo y ya me olía que podía acabar en migraña.
Al día siguiente tenía una excursión a una reserva de elefantes y estaba ilusionadísima, soñaba con ello. Ese día pasé toda la noche llorando por la migraña tan fuerte que me dio…
No se me quitaba con nada, ni las fuertes pastillas, ni infusiones calientes, ni duchas relajantes… No podía ni dormir del estallido que sentía en mi cabeza. Por supuesto no pude ir a la excursión ese día. A eso súmale el sentimiento de culpa por hacerle perder esta y muchas experiencias a mi novio.
Cuando viajé a Bali también me dio un episodio justamente al llegar, después de tantas horas de vuelo, sueño interrumpido y molestias estuve los 3 primeros días de viaje a medio gas por la migraña. Y al final del viaje, también tuve otra crisis, hasta fui al médico de allí para ver si de milagro tenían algo muy fuerte, me dieron algo que se usa para los dolores de cirugía y ni así se me pasó.
Todos mis viajes tienen un episodio de migraña… El sueño interrumpido de madrugar para ir a aeropuertos es un detonante de migrañas para mi. Yo soy una viajera apasionada, así que ya os imaginaréis qué frustrante es esto para mi.
En el trabajo muchísimas veces me dieron crisis, especialmente el día antes de la regla. Recuerdo llegar a la oficina muy dopada de la pastilla, confusa, muchísimas veces me pitaban los coches porque no vi bien el semáforo y crucé. Ya ni recuerdo la de veces que casi me atropellan.
Por suerte (si se puede decir así) algunas compañeras también sufrían de migrañas agudas y me entendían muchísimo. Ellas llevaban más años que yo lidiando con la enfermedad y siempre me cubrían si me sentía mal y yo a ellas en nuestras respectivas crisis.
En la vida amorosa tuve suerte también. Mi novio también padece migraña, aunque 2 o 3 veces por año y a él se le quitan durmiendo y estando a oscuras, o tomando Enantyum. Pero no quiero imaginarme una conciliación de vida amorosa con alguien que no entiende lo que te pasa o como te sientes…
Aún así, hay veces que no le digo que tengo migraña o le digo que ya se me pasó, porque no quiero agobiarle o dejar de hacer planes.
La migraña también me arruinó muchas fiestas y encuentros con amigos, pero jamás dejé de ir.
Me prometí a mi misma no dejar que la enfermedad me limite. Jamás dejé de hacer algo por la migraña. Fui y aunque no disfruté del todo estuve allí, al pie del cañón porque no iba a permitir que eso me haga perder momentos valiosos.
La más reciente fue hace unas semanas: Quería unas fotos bonitas para LinkedIn y organicé una sesión de fotos, busqué un lugar bonito, un fotógrafo ideal, el outfit, el maquillaje profesional, y de repente, me levanté con migraña. Esos días se que van a ser muy difíciles.
Me maquillaron, peinaron, me vestí bien, me arreglé e hicimos las fotos.
Quedaron muy mal. Y todo porque mi cara y ojos estaban hinchados por la crisis, yo estaba tensa, dolorida y triste y eso se refleja en las fotos.
En fin, nunca se puede saber cuando te da una crisis, y quería escribirlo hoy que tengo una migraña que no se me va después de más de 2 semanas.
Me gusta escribir las cosas y desahogarme, porque si escribes y compartes no te rindes.
Ninguna persona que tiene migraña se hace la víctima, ni es menos eficiente en los trabajos, al contrario, aprendes a vivir con ello y a veces tristemente se te hace normal. Sonríes, te vistes bien, sales a la calle, te haces fotos, y como si nada… Porque sabes que a nadie le gusta escuchar quejas todo el día.
Quería dejar esto en el apartado diario, para seguir editándolo con cosas que me pasen, para recordar estos momentos y para que la gente que lo lea y tiene migrañas se sienta entendida.
No estás sol@, aquí estoy para hablar contigo cada vez que necesites sentirte escuchad@.