¡Espero que la semana vaya viento en popa!
Todos tenemos nuestro bajones, creo que hasta las personas aparentemente más seguras del mundo los tienen, siempre hay un huequito para rellenar en ese balance que nos hacemos de nuestras vidas. Mi crisis del fin de semana fue: ¿Porqué somos tan esclavos de las redes sociales?
Es una buena herramienta para compartir tus cositas, historias, outfits, una foto bonita en la que te sientes divine, etc. No para obsesionarte, no para sufrir por ello, ni por unos likes, ni por unos comentarios.
Instagram es una herramienta peligrosa, más seguidores y likes tienes más quieres, más necesitas, sigues a cuentas con millones de seguidores y te deprimes. ¿Cómo lo hacen? Son gente de a pie como yo?
Cómo puede ser la tía esa (Negin Mirsalehi, la amo) tan perfecta, con ese pelo impecable, cuerpazo proporcionadísimo, ojos enormes, y hasta su perrito es un perrito modelo!
¡Oh my god!
¿Puede pasar que veo una foto y me entre bajón? Me estuve algunas horas pensándolo y finalmente decidí cerrar mi cuenta. Duró un día cerrada y empezó mi síndrome de la abstinencia… Al final la reactivé cuando me sentí un poco desintoxicada.
APRENDER: La clave está en aprender, Gabby. No dejar que te supere, sino disfrutar de cada foto que subes, hacerlo con la mayor pasión del mundo aunque solo una persona te vea.
“Deberías guardarte estas cosas para ti” Me dijeron una vez.. ¿Porqué? Yo no quiero demostrar que no me pasa nada, que mi vida es perfecta, las personas somos imperfectas e inconformes por naturaleza, nosotras somos sensibles a los cambios, tenemos caprichos, vivimos, sentimos y también lloramos “joder”!
Pedir ayuda es importante:
Siempre habrá una persona que te quiera tanto que soporte estos desvaríos mentales que te suceden. “Jamás te rindas”
Al día siguiente cojimos la cámara Reflex, la falda tejana y unos zapatos nuevos, una cura infalible para la depresión, unos colores vivos y nos fuimos a brillar.
Una lluvia repentina nos enseñó, que hasta el cielo se vuelve loco con los cambios de temperatura. ¿Cómo no nos va a pasar a nosotros?
Fotos: Zelmar Gariglio